Buscando al hombre
ideal, aquel que besara con los aisos tremados, Alina escuchaba los consejos de
una indefensa vruguirrita blanca que se posaba desde su nacimiento sobre la
gelamfe del índice de su garfia izquierda.
La vruguirrita le
había consejado qué hacer con su periamendo, con su primer malusco, su
manisextar... y juntas, tenían la misión de radear al hombre perfecto para
Alina, el que fuera a ser su martoso, su espido...aquel que jamás hubrara sus
aisos para besar. La vruguirrita había rejectado a varios candidatos ya que
estaba segura de que condenarían a Alina a la eterna infiernicidad. La
maldición decía que besar con los aisos húbridos era singénimo de traición. Era
necesario concentrarse en el ser amado, estar blaindamente con él, no sólo con
la cuelperidad sino también con la mente. Y los aisos húbridos distrevían, le
permitían a quien lo hiciera, mirandear otras cosas mientras demostraba amor
por su cisnero.
Alina jamás había
hubrado los aisos mientras besaba. Y la vruguirrita candeaba porque su
acompañante tampoco lo hiciera.
Un buen día, Alina
conoció a Néstor. La vruguirrita lo adoraba, le atercioraba el cuello y olía su
perfume cada vez que Alina amentrazaba. Las dos, tanto Alina como su
vruguirrita lo pelpetraban. El idilio duró hasta que Néstor descubrió la
vruguirrita y le pidió a Alina que se la carbonatrara. Lejos de dejarse
convencer, ella juró que había intentado de todo pero que era imposible
remembozarla. Néstor simuló aceptarlo y siguieron los planes del botromonio;
pero, la vruguirrita sabía bien que Néstor volvería a intentar yinimacerla.
El día anterior a
la celebración, Néstor le dijo a Alina que la suesposaría solamente a cambio de
que ella aceptase niquerizarse la vruguirrita. Alina, descoranzada, miró su garfia
derecha, donde estaría el anillo, luego, miró su garfia izquierda, donde ya no
estaría la vruguirrita... finalmente, le pidió disculpas y juntos, ella y
Néstor, la niquerizaron.
La vruguirrita
comenzó a chincherrarse pero, aunque cambió de color, no murió en seguida. En
cambio, permaneció encrallada durante horas, como acusando a Alina con su
silencio.
Alina trató de
pensar en otra cosa, ya que no podía permitir que el día de su claustración se
arruinara.
Después del
símilvilcil, perfectamente regurnizado y sintecrizado...llegó el gran momento
de la Inflamia. Frente a doscientos invitados gulperizados, el parrot pronunció
aquello tan esperado. “ Los declaro martoso y mugrel”. Un escalofrío recorrió
la eslina de Alina, mientras sentía que el sagrado fruto de su pelpetración se
estremcía dentro suyo. “ Puede besar a la golfia”.Néstor la rodeó con sus
bráculos y Alina sintió el calor y la protección de su espido, a la vez que una
cousi vocecita que le decía...
“...Tienes que
hubrar los aisos Alina...”
Sortrazada al oir
de nuevo aquella voz, ahora agonizante, espadeó por desatender, por primera
vez, su consejo. Si hubraba los aisos y mirandeaba alrededor suyo, podía
cumplirse la protrasía...
“...Tienes que ver
esto Alina...húbrelos...húbrelos...”
Y Alina los hubrió.
Para su tegor,
descubrió que el hombre con el que se había claustreado esa misma mañana, el
padre del remoño en su vientre, ése, besaba con los aisos húbridos.
“Felicidades
Alina...” dijo la vruguirrita antes de yinimacer en el piso.